domingo, 26 de abril de 2009

EL CARPINTERO

No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua. Esta larga y beneficiosa colaboración termino repentinamente. Comenzó con un pequeño malentendido y que fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero. "Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso". "Sí", dijo el mayor de los hermanos, "Tengo un trabajo para usted. Mire al otro lado del arroyo aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y el tomó su buldózer y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros. Bueno, el pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero? Quiero que construya una cerca, una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más."El carpintero le dijo: "Creo que comprendo la situación. Muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregaré un trabajo que lo dejará satisfecho."El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo. El carpintero trabajo duro todo el día midiendo, cortando, clavando. Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo.El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó. ¡No había ninguna cerca de dos metros! En su lugar había un puente -¡un puente que unía las dos granjas a través del arroyo!- Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo: "¡Eres un gran tipo, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho!".Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas. "¡No, espera!", le dijo el hermano mayor."Quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti" , le dijo el hermano mayor al carpintero. "Me gustaría quedarme", dijo el carpintero, "pero tengo muchos puentes por construir".

domingo, 19 de abril de 2009

ANTES DE QUE CREZCAN LOS HIJOS

Hay un periodo cuando los padres quedan huérfanos de sus hijos. Es que los niños crecen independientes de nosotros, como árboles murmurantes y pájaros imprudentes. Crecen sin pedir permiso a la vida. Crecen con una estridencia alegre y a veces, con alardeada arrogancia.Pero no crecen todos los días, de igual manera crecen de repente. Un día se sientan cerca de ti en la terraza y te dicen una frase con tal naturalidad que sientes que no puedes mas ponerle pañales. ¿Donde quedaron la placita de jugar en la arena, las fiestitas de cumpleaños con payasos, los juguetes preferidos?El niño crece en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil. Ahora estas allí, en la puerta de la discoteca, esperando que el/ella no solo crezca, sino aparezca. Allí están muchos padres al volante, esperando que salgan zumbando sobre patines y cabellos largos y sueltos.Allá están nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas en las esquinas, con el uniforme de su generación, e incomodas mochilas de moda en los hombros. Allí estamos, con los cabellos casi emblanquecidos. Esos son los hijos que conseguimos generar y amar a pesar de los golpes de los vientos, de las cosechas, de las noticias y observando y aprendiendo con nuestros errores y aciertos. Principalmente con los errores que esperamos que no repitan. Hay un periodo en que los padres van quedando un poco huérfanos de los propios hijos. Ya no los buscaremos mas de las puertas de las discotecas y de las fiestas.Pasó el tiempo del piano, el ballet, el ingles, natación y el karate. Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas. Deberíamos haber ido mas junto a su cama al anochecer, para oír su alma respirando conversaciones y confidencias entre las sabanas de la infancia.. Y a los adolescentes cubrecamas de aquellas piezas llenas de calcomanías, posters, agendas coloridas y discos ensordecedores. No los llevamos suficientemente al cine, a los juegos, no les dimos suficientes hamburguesas y bebidas, no les compramos todos los helados y ropas que nos hubiera gustado comprarles.Ellos crecieron, sin que agotásemos con ellos todo nuestro afecto. Al principio fueron al campo o fueron a la playa entre discusiones, galletitas, congestionamiento, navidades, pascuas, piscinas y amigos. Si, había peleas dentro del auto, la pelea por la ventana, los pedidos de chicles y reclamos sin fin. Después llegó el tiempo en que viajar con los padres comenzó a ser un esfuerzo, un sufrimiento, pues era imposible dejar el grupo de amigos y primeros amorios. Los padres quedaban exiliados de los hijos. "Tenían la soledad que siempre desearon", pero de repente morían de nostalgia de aquellas "pestes."Llega el momento en que solo nos resta quedar mirando desde lejos, torciendo y rezando mucho para que escojan bien en la búsqueda de la felicidad, y que la conquisten del modo mas completo posible. El secreto es esperar. En cualquier momento nos pueden dar nietos. El nieto es la hora del cariño ocioso y picardía no ejercida en los propios hijos, y que no puede morir con nosotros.Por eso, los abuelos son tan desmesurados y distribuyen tan incontrolable cariño. Los nietos son la ultima oportunidad de reeditar nuestro afecto. Así somos, solo aprendemos a ser hijos después que somos padres, solo aprendemos a ser padres después que somos abuelos.

domingo, 5 de abril de 2009

BAMBÚ JAPONÉS

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se impacienta frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: ¡Crece, por favor!Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad,no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que, un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡mas de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.Durante los primeros siete años de aparente inactividad,este bambú estaba generando un complejo sistema de raícesque le permitirían sostener el crecimiento, que iba a tener después de siete años.Sin embargo, en la vida cotidiana,muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasionesestaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo.Y esto puede ser extremadamente frustrante.En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés y aceptar que "en tanto no bajemos los brazos" ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí está sucediendo algo, dentro nuestro…Estamos creciendo, madurando.Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblementecreando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxitocuando éste al fin se materialice.Si no consigues lo que anhelas, no desesperes...quizá sólo estés echando raíces...