martes, 5 de mayo de 2009

LOS NIÑOS DEL MUNDO, UNA ESPERANZA

La idea de festejar el “día del niño” surgió hace ya más de 40 años, el 20 de noviembre de 1959, cuando la Asamblea General de la ONU tuvo una reunión en la que decidió reafirmar los derechos de los niños universalmente. Desde entonces, cada país cuenta con un día para celebrar y organizar actividades para ayudar a desarrollar el bienestar de los pequeños en todo el planeta. En México lo celebramos el 30 de abril, pero es hasta el 20 de noviembre cuando se celebra mundialmente.Los niños del mundo, una esperanzaCuántas veces hemos dicho la frase: Los niños son la esperanza del mundo. Pero ¿Lo creemos?.Necesitamos desde ya, convencernos de que esas palabras tienen forma.Son más que palabras, si lo que deseamos es en verdad, un mundo mejor.Motivarnos para que en nuestro papel de adultos -llámese padres de familia o maestros- hagamos lo que esté a nuestro alcance para que esa esperanza empiece a florecer y crezca con nuestros niños para una realidad mejor, que ofrezca más posibilidades de valoración, de vida al ser humano.La realidad de tener un mundo mejor, de vivir con calidad, de producir, de priorizar la paz y la fraternidad, de valorar y cuidar el medio ambiente de ser mejores como hombres y mujeres.Necesitamos abrirles las puertas al conocimiento, bríndales oportunidades de aprendizaje, fomentarles valores y empezar a generar los cambios nosotros como adultos, ya que no basta dar las herramientas para lograr la transformación, sino ejemplificar con acciones.En este mes, en que se celebra a los niños, celebremos junto con ellos esa esperanza, vislumbremos como ellos un futuro no lejano lleno de paz y ¿Por qué no? juguemos, cantemos y regocijémonos con la vida que nos da la oportunidad de tener a nuestros NIÑOS¡¡¡QUIEN NO RECUERDA ESTE HERMOSO CUENTO!!! LA CENICIENTAHubo una vez una joven muy bella que no tenía padres, sino madrastra, una viuda impertinente con dos hijas a cual más fea. Era ella quien hacía los trabajos más duros de la casa y como sus vestidos estaban siempre tan manchados de ceniza, todos la llamaban CenicientaUn día el Rey de aquel país anunció que iba a dar una gran fiesta a la que invitaba a todas las jóvenes casaderas del reino.- Tú Cenicienta, no irás -dijo la madrastra-. Te quedarás en casa fregando el suelo y preparando la cena para cuando volvamos.Llegó el día del baile y Cenicienta apesadumbrada vio partir a sus hermanastras hacia el Palacio Real. Cuando se encontró sola en la cocina no pudo reprimir sus sollozos. - ¿Por qué seré tan desgraciada? -exclamó-. De pronto se le apareció su Hada Madrina. No te preocupes -exclamó el Hada-. Tu también podrás ir al baile, pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las doce campanadas tendrás que regresar sin falta. Y tocándola con su varita mágica la transformó en una maravillosa jovenLa llegada de Cenicienta al Palacio causó honda admiración. Al entrar en la sala de baile, el Rey quedó tan prendado de su belleza que bailó con ella toda la noche. Sus hermanastras no la reconocieron y se preguntaban quién sería aquella jovenEn medio de tanta felicidad Cenicienta oyó sonar en el reloj de Palacio las doce.¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! -Exclamó-. Como una exhalación atravesó el salón y bajó la escalinata perdiendo en su huída un zapato, que el Rey recogió asombrado. Para encontrar a la bella joven, el Rey ideó un plan. Se casaría con aquella que pudiera calzarse el zapato. Envió a sus heraldos a recorrer todo el Reino. Las doncellas se lo probaban en vano, pues no había ni una a quien le fuera bien el zapatito. Al fin llegaron a casa de Cenicienta, y claro está que sus hermanastras no pudieron calzar el zapato, pero cuando se lo puso Cenicienta vieron con estupor que le estaba perfecto. Y así sucedió que el Príncipe se casó con la joven y vivieron muy felices.FIN

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